Misión

El Fondo de Cultura Económica es una institución editorial del Estado mexicano, que edita, produce, comercializa y promueve obras de la cultura nacional, iberoamericana y universal, a través de redes de distribución propias y ajenas, dentro y fuera de nuestras fronteras.

 

Nuestras acciones se orientan a la creación, transmisión y discusión de valores e ideas, así como a la formación de lectores, estudiantes y profesionistas.


Visión
Seremos una editorial esencial en la discusión y creación de las ideas en los diferentes campos del saber cuya acción seguirá contribuyendo a consolidar la identidad de la región y a integrar una agenda pública, cultural y científica iberoamericana con un amplio sentido social y para todas las edades.

 

Historia del FCE

Durante la década de los treinta, una serie de acontecimientos internacionales afectaron profundamente la vida nacional del estado mexicano. Ningún grupo político o social permaneció inmutablemente ante la crisis  económica de 1929, los brotes de descontento en Cuba y Centroamérica, el floreciente desarrollo de la Rusia Soviética, la guerra Civil española o la segunda Guerra Mundial.

 

Todos estos sucesos se reflejan en la producción literaria y en la labor editorial tanto oficial como particular, a la vez que alteraron sustancialmente los gustos y los hábitos de lectura de una buena parte de la población.

 

Proliferaron en esta década las obras que intentaban explicar científicamente las convulsiones sociales, condenaban al sistema vigente, o proponían un nuevo orden como alternativa al capitalismo decadente.

 

Predominó la literatura al servicio del proletariado, de sus luchas, de sus necesidades y aspiraciones, y fundamentalmente aquello que lo pudiera encauzar y que estuviera a su alcance. El gobierno mexicano contribuyo a esta producción de obras “revolucionarias” difundiendo masivamente lectura para el trabajador, a quien estaba destinada la educación  “socialista” instaurada en 1934. La labor editorial oficial en estos años, tuvo como fin principal dar a conocer la ideología de la nueva escuela y servir al pueblo.

 

Por otro lado el nacionalismo cultural, en aumento como consecuencia de la necesidad de reafirmar los valores propios frente a los vertiginosos cambios mundiales, se reflejo también en la producción editorial. Se pusieron al alcance popular las obras de antiguos historiadores hasta ahora reservadas para la élite por su escasez y alto precio, haciendo renacer en consecuencia el gusto por la lectura histórica.

 

Asimismo las principales editoriales de México relegaron la obra de autores extranjeros y se concentraron en difundir la fecunda producción nacional mexicana.

 

El surgimiento de una nueva editorial, el Fondo de Cultura Económica, y la inmigración de un buen número de intelectuales españoles, a raíz de la guerra de Civil española, enriquecieron considerablemente el ambiente cultural de México y abrieron un nuevo cauce de lecturas.

 

Uno de los orígenes del Fondo de Cultura Económica se remonta a 1924, cuando un grupo de jóvenes inquietos, emprendedores, se echaron a cuestas la organización de un primer Congreso Internacional de Estudiantes. Debido a los buenos resultados, su entusiasmo creció tanto como su ambición, al punto de que la Federación de Estudiantes de México pronto les quedo chica. Se pusieron una nueva meta, ahora continental: reunir en una sola federación de estudiantes a todos los países de nuestra América.

 

El presidente de la Federación, Daniel Cosío Villegas, quien contaba con 23 años, presento su propuesta al Congreso,  a la persona y en el momento indicado: al presidente Álvaro Obregón,  meses antes de celebrarse el centenario de la consumación de Independencia. El secretario de Educación, José Vasconcelos, no solo fue el enlace idóneo, sino el principal apoyo de la idea juvenil.

 

Cosío Villegas tuvo la iniciativa de acercarse al representante de la editorial Espasa-Calpe en  México, Francisco Rubio,  para presentarle “Un documento en el que explicaba las ventajas comerciales, antes que culturales, de publicar obras de economía -explica Enrique Krauze a partir de la memoria del propio Cosío-. Completaba su memoranda con la reciente empresa del rival más próximo de España,  la editorial Aguilar, que acababa de publicar con éxito una nueva versión de El capital, libro que se había agotado a pesar de ser abstruso y extensísimo, a pesar también de la paternidad de la traducción y de presentarse en un formato imposible tanto en el peso como en el tamaño. Su documento iba acompañado de  50 títulos posibles, clasificado por secciones: manuales introductorios, cursos medios para estudiantes, etcétera”.

 

En estas estaba Cosío Villegas, cuando Julio Álvarez del Vayo, embajador de la República Española en México, lo invito a España a impartir una serie de conferencias sobre la Reforma Agraria. En realidad, la invitación la hacía el ministro de Instrucción, Fernando de los Ríos, quien deseaba establecer contactos intelectuales entre la Segunda República Española y México. El curso fue un fracaso: el tema no fue del todo atractivo para el público y, para colmo, le asignaron un horario  idéntico a otro que impartía el taquillero José Ortega y Gasset. Asimismo se vieron frustrados sus intentos de convencer a Espasa- Calpe de que se hiciera cargo del proyecto editorial que habían venido acariciando.

 

Cosío Villegas regreso a México en junio de 1933 y, entre sus cercanos amigos, volvió a encontrarse con Villaseñor, con quien no había coincidido en México desde hacía muchos años, el primero  había salido a los Estados Unidos y Europa a especializarse y el segundo a Londres como representante diplomático, tiempo que aprovecho para hacer algunos curso en la London Schoool of Economics y afianzar, así su vocación por la carrera de economía. El rencuentro pronto fructificaría en experiencia e intereses comunes: ambos habían editado, cada uno por su parte, una revista especializada, habían deseado fortalecer e impulsar los estudios económicos y habían buscado un faro en donde exponer sus reflexiones y estudios.

 

Durante varios meses, los dos amigos planearon su futura revista y pensaron en un patrocinador que les ofreciera la seguridad de cierta permanencia, pues deseaban superar la posibilidad de estar sujetos a la siempre provisional simpatía de un funcionario gubernamental. La solución no tardo en llegar. Primero, sobre el modelo de la revista inglesa, tanto que el título de allí lo tomaron: El Trimestre Económico; estructuraron sus propias ideas. Después, expusieron el proyecto a su viejo amigo Alberto Misrachi, quien inmediatamente acepto costear los primeros números. En abril de 1934 apareció el primer número, dirigido por ambos.

 

La solución editorial deseada seguía pendiente: El Trimestre Económico no resolvía, ni podría, ni pretendía hacerlo, las necesidades pedagógicas inmediatas que demandaba la Escuela Nacional de Economía. Por lo tanto, las conversaciones que sobre el tema se sostenían desde tiempo atrás volvían una y otra vez. Sin embargo, en 1934 resulto alentador que el nuevo rector de la Universidad fuera el viejo amigo Manuel Gómez Morín y que la vieja Sección de estudios económicos se convirtiera  en una flamante Escuela. Los vientos parecían propicios. Ante esto y en forma de “conciliábulo” dice Cosío, se reunieron Miguel Palacios Macedo, Villaseñor y Cosío con Gómez Morín para formularle el plan, que acogió “con verdadero interés”. A este grupo se incorporaría Emigdio Martínez Adame, miembro de aquella Sociedad de Alumnos.

 

El plan editorial que Cosío se había llevado a España aun seguía vigente y lo consideraban, una y otra vez, como el viable, a pesar de que carecían de recursos.

 

Con el apoyo financiero de algunas dependencias del  Estado,  Cosío Villegas funda el Fondo de Cultura Económica el 3 de septiembre de 1935.  No  fue concebido como empresa lucrativa, sino como institución de fomento cultural con el fin de impulsar la cultura sin condicionarla ni censurarla. Pronto se formó una Junta de Gobierno y, desde su fundación, la empresa definió su destino, estableciendo una relación de mutuo respeto con el Estado. Desde sus inicios, los libros que ha publicado no tienen otra finalidad que la difusión del conocimiento.

 

El primer libro publicado fue “El dólar plata” del autor Willaim P. Shea, se eligió no solo por su contenido (aborda el candente tema del papel moneda), sino también por varias razones: era de un volumen pequeño sin demasiados términos técnicos. Fue traducido nada más y nada menos que por Salvador Novo. La producción se hizo en la Casa; Cosío Villegas se improviso como editor, su esposa Emma como correctora y en los Talleres Gráficos de la Nación se hicieron cargo de la producción e impresión. Algo similar ocurrió con el segundo libro, el Karl Marx de Harold Laski, traducido por Antonio Castillo Leal, dicho libro  se publico también en 1935.

 

La revista “El Trimestre Económico se siguió editando, siempre con contenidos y ensayos relacionados al mundo económico.

 

En 1939, aparecen los primeros libros desociologíaehistoriadel FCE. A partir de este año el FCE empieza a recibir bajo sus filas de editores, formadores, correctores, y demás, a refugiados delexilio republicanopor el fin de laGuerra Civil de España, cooperación que se expandiría por generaciones, entre las cuales se puede contar a los importantes editores de la familia Díez-Canedo. Asimismo, el FCE contrata a bastantes traductores españoles del Francés y del Inglés, refugiados en Francia, a los que muchas veces, y hasta el fin de laSegunda Guerra Mundial, les paga regalías con víveres.

 

El FCE se distingue por ser una editorial de amplio criterio, en la que los autores hispanohablantes y de lenguas extranjeras, tienen la oportunidad de exponer sus ideas con absoluto respeto a su libertad de expresión. Por ello, en el curso de los años se han publicado las obras de muchos y muy brillantes talentos, los cuales integran el catálogo siempre vigente de nuestra empresa, uno de los más ricos y variados de Iberoamérica.

 

Así, después de la colección de Economía, surgieron nuevas y variadas series, que en un principio, brindaron al público traducciones al español de lo más avanzado del saber universal. Durante los primeros 15 años de vida de la editorial, se publicaron 342 títulos comprendidos en las colecciones de Economía, Política y Derecho, Sociología, Historia, Filosofía, Antropología, Ciencia y Tecnología. Y Tezontle, que  es una colección de propósito múltiple, donde hallan su sitio libros cuya naturaleza requiere formatos o características especiales, como ediciones conmemorativas, libros de arte o profusamente ilustrados.

 

Hacia el año de 1944se crean dos nuevas colecciones: Antropología Y Tierra Firme que es una colección donde se recoge el pensamiento y la creación de origen y temas latinoamericanos, tanto en su tradición y sus clásicos, como en sus exponentes y debates contemporáneos. Se expande así hacia laliteraturael espectro de publicaciones del FCE.

 

Asimismo, en este lapso se empezaron a promover y publicar obras en lengua española, que vinieron a sumarse a las traducciones del catálogo de la editorial.

 

La colección Biblioteca Americana inicia 1947siendo el Popul Vuh, el libro sagrado de los mayas, el primero de esta colección.

 

Para 1948 asumió la dirección del Fondo Arnoldo Orfila, un argentino que no solo siguió con la obra de Cosío Villegas; sino que impulso al Fondo para que fuera un una sede del pensamiento universal. Gracias a Orfila dejo de ser una editorial de académicos y universitarios y se convirtió en una editorial para lectores con proyección iberoamericana.

Se crearon nuevas colecciones, siendo estas: Lengua y Estudios Literarios; Arte Universal; Vida y Pensamiento de México, Psicología, Psiquiatría y Psicoanálisis, y la muy gustada Colección Popular; creada para extender a un público mayor y a un precio económico la cultura en sus múltiples expresiones. Breviarios, colección que se encarga de la divulgación del conocimiento científico y humanista, cuyos títulos los especialistas ponen al alcance de un público diverso.

 

Durante 1964 se vivió en México la Presidencia Imperial, como lo llamo Enrique Krauzedixit, Orfila no tardaría en ser destituido de su cargo por la publicación del libro “Los hijos de Sánchez”, un estudio etnográfico y retrato fiel de una familia pobre y marginada de la capital mexicana, escrito por el antropólogo Oscar Lewis.

 

Pero el fortalecimiento de la editorial, ya estaba realizado. El FCE avanzo en el tiempo, con algunos problemas de gestión o de índole económica, pero sin peligro de hundirse.

En 1951 se publican por primera vez en la historia lasObras completasdeSor Juana Inés de la Cruz. Un año más tarde, se inicia con La colección Letras Mexicanas, colección que se enfoca en la difusión de laliteratura de México.

 

La década de los años cincuenta fue de cambios grandes para el Fondo, al cumplir  su vigésimo aniversario, el FCE se traslada a su propio edificio en la avenida Universidad y Parroquia en laciudad de México. Y el10 de septiembrede ese añoAdolfo Ruiz Cortines, presidente dela República, inaugura la nueva sede.

 

En este mismo mes se lanzaLa Gaceta del Fondo de Cultura Económica, que se origino como boletín bibliográfico. En 1954, es ya una revista mensual y fue galardonada con el Premio Nacional mexicano de Periodismo  en 1987 y el Premio Caniem 98, como reconocimiento a su labor de difusión cultural.

 

Además de cumplir con sus labores estrictamente editoriales, se ha interesado en otras actividades que lo han convertido en una empresa cultural de mayor variedad. Parte de esta expansión son sus publicaciones periódicas de las cuales forma parte dicha revista.

En 1959 se lanza la  Primera edición del Premio Nobel de Literatura Mexicano,Octavio Paz, “El laberinto de la soledad”, misma obra que en2006 se convertiría en el ejemplar número 100 millones producido por el Fondo. En este mismo año en septiembre, nace la Colección Popular, como parte de los festejos por el 25 aniversario del Fondo; su principal característica ha sido la de tomar prestados títulos importantes de otras colecciones de la casa editorial y reeditarlos en formato de bolsillo a un precio más accesible. Títulos importantes:Juan Rulfo,El llano en llamas.

 

Se publica un nuevo catálogo en 1972, estando este al cuidado deAlí Chumacero.

 

En 1989 fue distinguido el FCE con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades por su aportación cultural a los países de hispanohablantes.

 

Se comenzaron a publicar lasObras completasdeOctavio Paz en 1993 y el FCE inició con las publicaciones de la literatura infantil, se crearon dos colecciones de libros para niños y jóvenes; la muy exitosa “A la orilla del viento”  y “Travesías”, ubicándose nuevamente el Fondo como una editorial de vanguardia, ya que fue también pionera en el habla hispana en contar con libros infantiles de gran calidad.

 

Para conmemorar el sesenta aniversario del FCE en 1994 se publico el primerCatálogo históricoy la obra de Víctor Díaz Arciniegas,Historia de la casa. Fondo de Cultura Económica (1934-1994), que muestra, 0tra la trascendencia del FCE, las historias de la cultura de la labor de una editorial es fundamental y compleja por su doble función de actora y receptora de las actividades culturales.

Se crearon además la serie  Hijos de la Primavera, Vida y palabras de los indios de América, Códices Mexicanos, la colección Fondo 2000 y los audiolibros en la colección Entre Voces.

 

El patrimonio de la editorial siguió creciendo a pasos agigantados, haciendo sentir su presencia no solo en la vida cultural de México sino en la de Iberoamérica.

 

Empezó la era de la edición digital para el Fondo en 2003, con el primer libro impreso con la tecnologíaComputer to Plate, lo que permite una mejor calidad de impresión y un mejor resultado final.

 

En 2004 al cumplir 70 de fundación, el FCE presenta unaColección Conmemorativacon el fin de revivir los libros clásicos de la editorial. Además se rediseñan las colecciones emblemáticas y se le encarga aJuan Pablo Rulfo que redibuje el logotipo de la editorial quedando tal y como lo conocemos hoy en día.

 

Para los 75 años del fondo celebrados en 2009,  se comenzaron a publicar los títulos conmemorativos del 75 aniversario del FCE. En septiembre de ese año se lleva a cabo elCongreso Internacional del mundo del libro. Sale a la luz la cuarta edición deTarde o temprano (Poemas 1958-2009)deJosé Emilio Pachecoen la colección Poesía.

 

El FCE crecía no solo en número de colecciones y títulos, sino en redes de distribución, de modo que comenzó a abrir librerías en México e incursionar en el extranjero, estableciendo sucursales en algunos países de habla hispana. Actualmente cuenta con 25 librerías-centros culturales en la ciudad de México, 9 en el interior de la república mexicana y diez filiales: Argentina inaugurada en 1945,  Chile inaugurada en 1954, España inaugurada en 1963 , Venezuela inaugurada en 1974, Perú inaugurada en 1975, Colombia inaugurada en 1975, Estados Unidos inaugurada en 1990, Brasil inaugurada en 1991,  Guatemala (Centro América y el Caribe) inaugurada en 1995 y Ecuador que es la màs reciente inaugurada en 2015.

 

Entre 1934 y 1938, el FCE había publicado 11 libros. En palabras de Victor Nuñez Jaime “Hoy su catalogo es la memoria intelectual de Iberoamerica en correspondencia con el resto del mundo”. Anualmente         el Fondo publica más de mil títulos, cerca de 170 novedades, 550 reimpresiones y 300 libros electrónicos. Y  ha acumulado un catálogo histórico de 10 mil obras, de las cuales 5 mil 500 están disponibles en el mercado, agrupadas en 40 colecciones vivas.

Desde su fundación, el Fondo de Cultura Económica ha sabido que el libro es un objeto vivo y sensible a las transformaciones sociales. Es así como ha evolucionado junto con su entorno desde su surgimiento en 1934.

 

Por ello, no es exagerado decir que la historia cultural de Iberoamérica esta inseparablemente ligada a la historia de esta casa editora. De hecho, ciertos fenómenos de la vida cultural de esta región son explicables por la repercusión de las ideas difundidas por el FCE. Para muchas generaciones de estudiantes y profesionales, esta casa ha sido fuente inagotable de conocimientos, ha satisfecho tanto sus necesidades técnicas como sus inquietudes intelectuales. El FCE es la editorial de México y de Iberoamérica.

 

El capital del Fondo de Cultura Económica no es tangible, es puramente intelectual y cultural; porque han pasado por esta casa los principales autores, editores, correctores y en general personalidades del quehacer editorial e intelectual de todos los países, desde Juan Rulfo a Octavio Paz, de Elena Garro a José Emilio Pacheco, de Carlos Fuentes a Sor Juana, de Juan José Arreola a Rodolfo Usigli, de Bertrand Russel a Roger Chartier, de March Blonch a Claud Levi Strauss.

 

Sin los libros publicados por el FCE, nos hubiera sido más difícil entender los fenómenos sociales  económicos. Parafraseando a José Emilio Pacheco quien alguna vez dijo:

 

“Jamás sabré como seria el mundo sin los libros del Fondo. Tampoco podre medir todo lo que me han dado. Lamentare en todo caso no haber leído mas”.

 

Al cumplir  80 años, el FCE  pone al día su catálogo editorial sumando novedades –como la próxima publicación de El capital en el siglo XXI de Thomas Piketty y la Poesía completa de Tomás Segovia—, nuevas ediciones, antologías y recuperando libros, como es el caso de algunos de los títulos que conforman la colección Breviarios, se eligieron 70 títulos que serán reimpresos y 10 novedades, en cuatro áreas: historia, filosofía, estudios literarios y economía; esta selección incluye el primer tomo de la serie Historia de la literatura griega de C. M. Bowra.